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VI Domingo de Pascua – 2022

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  1. En los comienzos de la iglesia el pueblo judío seguía llevando el agua a su molino, queriendo imponer su concepción y criterio contra el surgimiento, creación y asentamiento de los principios teológicos que la forma de vivir de Jesús les había enseñado.Bajaron de Judea unos judíos para encontrarse con Pablo y Bernabé con la intención de enseñar e imponer que, para ser creyentes, primero habían de hacerse judíos, es decir, debían circuncidarse. Se formó lo que se conoce como el primer concilio de la Iglesia. Se reunieron Pablo y Bernabé con los Apóstoles y hombres eminentes elegidos y después del análisis correspondiente y, seguramente con opiniones encontradas y muy diferentes, llegaron a esta conclusión: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables y necesarias:
    • Abstenerse de la carne sacrificada a los ídolos (no idolatría).
    • Renunciar a las uniones ilegítimas.

Dicho de otra forma, por un lado la circuncisión no es elemento religioso, cristiano, sino elemento civil-judío y, por otro, no se debe practicar el culto a otros dioses. Respecto a los compromisos matrimoniales es necesario tener en cuenta el respeto al cónyuge y la fidelidad de ambos.

De esta manera, para ser creyente no hace falta circuncidarse ya que lo cristiano, aunque Jesús fuera judío y desarrollara su misión en Palentina, es algo nuevo que proviene del Padre, no siendo necesario atenerse a los comportamientos judíos.

  1. Según nos expresa Juan (15), lo fundamental es guardar la Palabra si es que queremos ser cristianos y si realmente Dios es lo primero en nuestra vida de fe.

Esto no proviene de criterios humanos sino de que El Espíritu Santo lo ha ido iluminando y ha seguido haciéndonoslo comprender a través de la historia de la iglesia, a la luz de la Palabra, según la tradición de la Iglesia y bajo la guardia del Colegio Episcopal y la presidencia y coordinación del Papa.

  1. Se trata de construir entre todos una nueva Jerusalén, centro y patria de la ciudad simbólica de nuestra fe, que no es Roma sino nuestra tierra, casa y techo de todos, que nos debe acoger con Dios en medio, Padre de la humanidad y protector de todas nuestras limitaciones y necesidades.

Su resplandor debe llegar a cada rincón de la tierra y su luz debe iluminar a cada uno de los hombres para no confundir ni interferir los proyectos que Dios tiene con nosotros.

Esta ciudad nueva tiene doce puertas; 12 es el número de los hijos de Jacob, constructor del pueblo de Dios; como 12 es el número de los Apóstoles de Jesús, constructor del nuevo Pueblo de Dios, que es la iglesia.

Con ello, nos está diciendo que todo el pueblo de Dios tiene acceso a la nueva Jerusalén, ciudad de Dios donde tendemos a habitar y habitaremos todos los iluminados que vivimos al resplandor de su luz. Esta ciudad tiene una muralla grande que la defiende de toda adversidad y es la fuerza de Dios contra el mal del mundo.

La luz que ilumina a todos los habitantes de la nueva Jerusalén es Cristo, faro esplendente y luz del mundo, sin necesidad de ningún tipo de santuario, porque Dios está en cada uno.

CONCLUSIÓN

 Mientras nos llega ese momento y mientras peregrinamos en la esperanza y el trabajo de irla construyendo, no nos faltarán luchas, trabajos y dificultades, pero no debemos perder la paz y la confianza en quien es nuestra fuerza y seguridad: “Cristo”.

Lo que se nos pide es no desfallecer y creer por encima de todo en el Señor, “nuestra paz”, pero ésta no es la calma que nos ofrece el mundo en el que vivimos que es igual al sosiego de los cementerios, donde no hay ruido porque todos están muertos, sino que es la paz de Dios, que es obra del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones y además es fruto de la justicia, el respeto y el amor que nos debemos los unos a los otros, como hermanos que somos.

¡No temáis!, nos dice, el Señor, Yo estoy con vosotros hasta el final de los tiempos.

Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde; me voy, pero vuelvo a vuestro lado

Si me amáis, os alegraréis de que vaya al Padre.

¡FELIZ VERANO PARA TODOS!

Aunque se nos puedan presentar novedades, por complicadas que sean, ¡siempre adelante!, el Señor está, estará y esté siempre con todos.

Felipe

 


Lecturas del Día

Primera lectura
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 15, 1-2. 22-29

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme al uso de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más de entre ellos subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia.
Entonces los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir a algunos de ellos para mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas llamado Barsabás y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y enviaron por medio de ellos esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad.
Habiéndonos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alborotado con sus palabras, desconcertando vuestros ánimos, hemos decidido, por unanimidad, elegir a algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto. Saludos».

 

Salmo Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.

 

Segunda lectura
Lectura del Libro del Apocalipsis 21, 10-14. 22-23

El ángel me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Y en ella no vi santuario, pues el Señor, Dios todopoderoso, es su santuario, y también el Cordero.
Y la ciudad no necesita del sol ni de la luna que la alumbre, pues la gloria del Señor la ilumina, y su lámpara es el Cordero.

 

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

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