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II Domingo de Pascua – 2022

Icono para homilías

A lo largo del tiempo de Pascua, son distintas y variadas las presencias de Jesús que se nos van narrando, según testimonio de los mismos discípulos y gente del pueblo a quienes se fue apareciendo.

Varias son las coincidencias del encuentro, como catequesis, que nos sirven a todo el pueblo, pero también las divergencias entre las apariciones son enriquecedoras ya que se van realizando en los momentos y quehaceres propios de la vida humana.

Como no puede ser de otra manera, las coincidencias son:

  • Abrir a la trascendencia.
  • Encontrar la Palabra.
  • Compartir el Pan (Eucaristía)
  • Repartir con el necesitado
  • Orar y practicar los sacramentos.

Lo que he llamado divergencias son:

  • Curando a un lisiado.
  • Pescando en el mar.
  • Yendo de camino.
  • Amortajándolo y perfumándolo las mujeres.
  • Hablando, rezando y comiendo juntos.
  • Reuniéndose con el pueblo, etc.
  1. En el Evangelio de este domingo, al anochecer, es decir, declinándose la fe y con miedo, Jesús se hizo presente y les saludó transmitiéndoles lo que más necesitaban, la fe y la paz.Se recuperó la alegría perdida de aquella gente por los últimos acontecimientos que derivaron en la muerte de Jesús. Recuperada la paz y la alegría, el Espíritu Santo les capacitó, por medio de Jesús, para perdonar los pecados.

    ¡Qué importante la paz que nos viene de Dios y capacita para perdonar y poder recomenzar la vida aquí y ahora, como anticipo de la vida de Dios en el Reino!

    Hoy, como en tantos momentos de nuestra historia, necesitamos la paz que nos garantice poder vivir, llenarnos de alegría y tener la capacidad de perdonar.

    ¿Cómo entender tantas muertes sin sentido? ¡Tanta riqueza en armas con lo necesitados que estamos en el  desarrollo de los pueblos! ¡Tanta destrucción para tener que rehacer y tanto sufrimiento para, al final, por medio del diálogo, llegar a entenderse! ¿No sería mejor adelantar ese diálogo y que terminara la guerra cuanto antes?

    El gran problema que se nos plantea es que somos muy duros de cabeza y hay gente que como no vea, constate y se le demuestre, no cree. Es el papel de Tomas, alejado de la comunidad y andando por libre, que no acepta lo que los demás ya han experimentado, el encuentro con Cristo vivo. Volvió a la comunidad, de donde no debería haberse ido nunca, en la concordia de la hermandad, y con el apoyo de todos, bastó un signo y ya no necesitó demostraciones ¡Bienaventurados los que crean sin haber visto!

  2. Una vez recuperada la paz en nuestra alma, fruto del encuentro con Jesús, es necesario trasmitirla a los demás, al mundo. Con trabajos, luchas y fatigas, pero sobre todo, con el fiel testimonio de una vida, fiel a Jesús y haciendo por tanto el bien a todos, pero especialmente a los más necesitados. En el nombre del Señor, hemos de lograr el milagro de la paz en el mundo. ¡Actuemos llevados de su Espíritu!
  3. Es el testimonio que nos da Juan en el Apocalipsis. “Fui arrebatado en espíritu y enviado a las siete iglesias”.Nosotros debemos con nuestra paz, o mejor con la paz del Resucitado, llegar hasta Ucrania, hasta Rusia para gritar a quien haga falta, que ya está bien.

    ¡No más muertes!
    ¡No más destrucción!
    ¡No más sufrimiento!
    ¡Dejad vivir a los niños!
    ¡Respetad a las mujeres!
    ¡Enterrad las armas y como Jesús, muerto por nuestros pecados, ha sido rehabilitado por Dios y resucitado de entre los muertos, así nosotros, debemos reconstruir la vida y los pueblos!

    Creemos entre nosotros nuevas formas de comportamiento y de relación para que tanta muerte, y hasta la muerte de Jesús, no sea sin sentido, sino que nos sirva para que tengamos en el mundo una primavera lúcida, llena de paz y esperanza de forma que hagamos viable el proyecto de Jesús y su muerte, y tantas muertes, sean causa de una nueva vida feliz para todos.

    ¡Ojalá, sean felices Pascuas para todos!

 


Lecturas del Día

Primera lectura
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 5, 12-16

Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a las plazas, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.
Acudía incluso mucha gente de las ciudades cercanas a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos eran curados.

 

Salmo Sal 117, 2-4. 22-24. 25-27a
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
El Señor es Dios, él nos ilumina. R/.

 

Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla llamada Patmos a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.
El día del Señor fui arrebatado en espíritu y escuché detrás de mí una voz potente como de trompeta que decía:
«Lo que estás viendo, escríbelo en un libro y envíalo a las siete iglesias».
Me volví para ver la voz que hablaba conmigo, y, vuelto, vi siete candelabros de oro, y en medio de los candelabros como un Hijo de hombre, vestido de una túnica talar, y ceñido el pecho con un cinturón de oro.
Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto. Pero él puso su mano derecha sobre mí, diciéndome:
«No temas; yo soy el Primero y el Último, el Viviente; estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que estás viendo: lo que es y lo que ha de suceder después de esto.

 

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

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