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IV Domingo de Pascua – 2021

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Estamos cansados de padecer sin cesar la presencia de líderes, jefes y salvadores que prometen y prometen pero cuando llegan al poder, de lo prometido no hay nada y donde dije digo, digo Diego y así no podemos seguir.

Urge un cambio radical, pero no tanto de jefes, que también, sino de la forma de entender el gobierno y servicio al pueblo, de la forma de elegir esos jefes y hasta de nombrar y tener que aguantar, si no nos gustan o no cumplen lo dicho, durante tanto tiempo. Padecemos estos jefes porque se nos imponen como si fueran imprescindibles para la marcha de la comunidad.

Necesitamos referentes respecto a lo que significa servir al pueblo y así poder elegir a quienes están dispuestos a seguir ese camino expresado y conocido, con las variantes apropiadas del momento.

Nos abruman y causan estupor los dirigentes políticos o religiosos que se inspiran en la voluntad de poder y de dominio, aniquilando al pueblo que enmudece en espera de la próxima vez que se nos volverá a engañar, si no cambia el asunto con radicalidad.

No somos niños a quienes hay que dar todo hecho, como si fuéramos bebés, incapacitados para pensar por nosotros mismos, con escasa voluntad para llevar a término lo que queremos y necesitamos y sin libertad, por la ya dicha incapacidad. Nos arrastran hasta querer que pensemos lo que ellos quieren para conseguir las metas que ellos pretenden alcanzar.

De esta manera, los que son llamados a ser servidores se convierten en gobernadores, confundiendo lo que es servicio en ejercicio del poder. Pero la experiencia nos dice que quien pretende salvar al pueblo dominándolo, no conseguirá nunca la promoción que intenta alcanzar.

También en la comunidad cristiana se corre el riesgo de que los servidores nos convirtamos en gobernadores, de que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de poder y de que lo mejor, aparentemente, se convierta en enemigo de lo bueno. Por ejemplo: una orquestación llena de armonía y sonidos perfectos en lugar de la participación del pueblo que reza cantando aunque haya algún sonido discordante.

La actitud de Jesús de Nazaret, en cuanto Pastor y Servidor, es una lección que nunca se acaba de aprender.

El pastor bueno se gasta en el servicio al pueblo y sirve a cada uno de los miembros de ese pueblo, en lugar de aprovecharse y vivir engordando a costa del mismo.

Es buen pastor quien da la vida por el rebaño. Sin embargo, no lo es quien esquilma, diezma o sacrifica el rebaño para conservar su liderazgo.

El verdadero servidor en el ejercicio de ser dirigente del pueblo, es aquél que ayuda a que el grupo sea capaz de enfrentarse responsablemente con su propio destino.

De andar sin rumbo decidido, el Buen Pastor promociona al hombre para que se haga, en solidaridad con los demás, pastor de su propia vida.

Jesús de Nazaret dice: “Yo soy el Buen Pastor”:

  • Doy la vida por las ovejas.
  • Conozco a las ovejas y ellas me conocen.
  • Camino delante de ellas y me siguen.
  • Las conduzco a prados verdes y a fuentes de agua cristalina.
  • Escuchan mi voz y me siguen.
  • Quiero y trabajo para que haya un solo rebaño y un solo Pastor.
  • Hay ovejas que no están y las busco y las curo y las llevo al redil si están perdidas, para ser un solo rebaño con las demás, iguales y hermanos.
  • El Buen Pastor entrega la vida por las ovejas.¡Jesús es nuestro Buen Pastor!

     


Lecturas del día

Primera lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros. Él es la “piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular”; no hay salvación en ningún otro; pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».

Salmo 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28-29

R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes. R.

Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 3, 1-2

Queridos hermanos:

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.

Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

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