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Domingo II del Tiempo Ordinario – 2022

Icono para homilías
  1. Amor de Dios a cada uno como se regocija el marido con su esposa, así se regocija tu Dios contigo.
  1. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
  1. Somos un mismo cuerpo con muchos miembros. Hay diversidad de carismas pero un mismo Espíritu, hay diversidad de ministerios pero un mismo Señor y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
  1. Boda de Caná de Galilea. Jesús convierte el agua en vino.

 

Empieza la liturgia de esta semana invitándonos por medio del  profeta Isaías a tomar conciencia del amor que Dios nos tiene y, para mejor comprensión de la profundidad de ese amor, usa Isaías unas expresiones que nos sitúan con respecto a Dios, en un plano de cercanía, cariño y cuidado como jamás se nos podría haber ocurrido a nosotros. “Serás corona fúlgida en la mano del Señor

“Te llamara mi predilecto/a porque el Señor te prefiere a ti, como un joven desea a su esposa. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo”.

Tomar conciencia de ese amor que Dios nos tiene, es primero dejar que nuestro interior se serene y se alegre por don tan grande, pero es también convertirnos en testigos para anunciar a los demás las maravillas que obra Dios con todos, para que abramos nuestro corazón a Él y agradecidos, seamos fieles en recorrer el camino que nos conduce y hace más agradable y feliz nuestra vida.

En tercer lugar, nos hace Pablo una aportación que nos da seguridad a cada uno, pero que nos ensambla a unos con otros para así sentirnos acompañados, enriquecidos y, a la vez, servidores de los que formamos un mismo cuerpo y una misma familia, que será tanto más feliz cuanto más y mejor vivamos y desarrollemos nuestros carismas, en el servicio de unos con otros.

¡Qué absurdo que una mano se pegue con la otra, siendo miembros del mismo cuerpo! Y esto que es evidente en ese ejemplo no lo acabamos de entender y de vivir en la realidad de convivencia de unos con otros, y soportamos hambre, guerras, discordias, enfados y sinsabores que nos hacen sufrir y matan si no en la radicalidad de nuestra destrucción sí en la convivencia de cada día.

Por último, y en cuarto lugar la Palabra del Evangelio nos abre la mente a descubrir el gran don de Dios a los hombres, su Hijo Jesucristo que empieza su vida pública abriéndonos los ojos para descubrir que el Mesías, el Salvador, ha llegado a nosotros.

Es un Evangelio demasiado manido en la vida de la iglesia y poco entendido.

Aportamos unos datos que enriquezcan nuestros conocimientos:

  1. El profeta Isaías había anunciado que la presencia del Mesías se caracterizaría por vino y comida abundante, porque verían los ciegos, los leprosos quedarían limpios, serían perdonados los pecados y se daría vida a los muertos.
  2. Empieza Jesús su vida pública y se da a conocer. ¿Cómo? En circunstancias sencillas y propias de la vida, una boda.
  3. Ocurre algo normal: se acaba el vino. ¡Cuidado con beber demasiado! Lo que es signo de alegría y vida puede convertirse en signo de destrucción y perdición.
  4. Es María, la mediación de aquella familia, que compromete a Jesús en su servicio para evitar un ridículo mayor. Es el gran papel de María. Intercesión, acogida, respuesta cariñosa de Madre a cualquier sufrimiento de sus hijos.
  5. No hizo magia, sino prestó un servicio y donde había agua para los rituales propios de los judíos hubo vino = alegría, vida, salvación, por la presencia y el poder del Mesías.
  6. Y hubo vino abundante = cumplimiento de lo anunciado por Isaías y rieron y gozaron y se sintieron salvados de lo que era un ridículo seguro para aquel pueblo, y todo por obra de Jesús, el Mesías, Salvador y por la ayuda de María.
  7. Es el vino de la Sangre de Cristo.
    Es el vino de la Eucaristía.
    Es el vino, signo de alegría.
    Es el vino de la salvación y de la vida.

 

Bendito sea Dios, que ha hecho las cosas tan sencillas y que por Cristo, su Hijo, nos da a todos el perdón, la alegría y la vida.

 

Lecturas del Día

Primera lectura
Lectura del Profeta Isaías 62, 1-5

Por amor a Sion no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi predilecta»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se desposa con una doncella,
así te desposan tus constructores.
Como se regocija el marido con su esposa,
se regocija tu Dios contigo.

 

Salmo 95, 1-2a. 2b-3. 7-8a. 9-10a y c
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R/.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

 

Segunda lectura
Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12,4-11

Hermanos:
Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 2, 1-11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

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